nas tormentas, por acaso Luis

nas tormentas, por acaso Luis: (www.astormentas.com)
Poema ao acaso


terça-feira, 28 de setembro de 2010

Nazanín Amirian: "La caradura ..."


La cara dura del capitalismo ético
26 Sep 2010


Thomas Hobbes intentó explicar los orígenes del Estado moderno como un pacto social para evitar nuestra autodestrucción. Sin embargo, su teoría se descompone al compás de la rotura unilateral de los acuerdos, cuando los gobiernos se esmeran al aplicar recortes por doquier.

Una única generación ha tenido la oportunidad de presenciar cómo nace, crece y desfallece el llamado Estado del bienestar, inmolado por crupieres globales en la pira de la crisis.

El Estado emergió como una inviolable alianza de castas económicas, políticas, religiosas y militares para someter a quienes producen. Su atuendo de neutralidad encubre un aparato dirigido por una élite que hace y deshace leyes para asegurar sus propios privilegios.

El espejismo del capitalismo ético ha sido tan fugaz que ya asistimos, en la primera fila, al funeral de las conquistas sociales. Durante el pasado siglo, en los rincones más privilegiados del planeta, la usura del sistema se ha ocultado bajo una maleza asistencialista. A su sombra, la insolencia floreció y las disidencias se marchitaron.

Luego, proclamaron el fin de la lucha de las clases y la muerte de las ideologías sobre los escombros del muro de Berlín. Desarmada y cautiva la izquierda, única esperanza de los parias de la tierra, un perverso neoliberalismo belicista, que ha globalizado el fraude a los pies de su becerro de oro, campa ahora a sus anchas.

Con el camino allanado ante las masas derrotadas, caen las libertades cercenadas por los dividendos de la guerra contra el terror y los ajustes de cuentas con las conquistas sociales, regadas con sangre, sudor y lágrimas.

El capitalismo con rostro humano agoniza y sus terceras vías no descansarán en paz: cientos de millones de almas han sido abandonadas en la jungla del libre mercado, devoradas por el darwinismo social.

Dicen que no hay recursos, pero lo que de verdad escasea es la vergüenza. Una vez socializadas las pérdidas y privatizados los beneficios, ahora debe ponerse en pie una famélica legión de millones de parados, mujeres y jóvenes, principales víctimas de la precariedad.

¡Que no nos arrebaten el derecho a patalear! Con organización, estrategia y esperanza, hacia la huelga general.
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Gracias Nazanín.
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http://blogs.publico.es/puntoyseguido/90/la-cara-dura-del-capitalismo-etico/

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Noam Chomsky: China y el nuevo orden mundial (I)


En medio de todas las supuestas amenazas a la superpotencia mundial reinante, un rival está emergiendo en silencio y con fuerza: China. Y Estados Unidos está analizando de cerca las intenciones de ese país.

El 13 de agosto, un estudio del Pentágono planteaba la preocupación de que China estuviera expandiendo sus fuerzas militares de manera que “pudiera neutralizar la capacidad de los buques de guerra estadounidenses de operar en aguas internacionales”, da cuenta Thom Shanker en The New York Times.

Washington ha hecho sonar la voz de alarma de que “la falta de transparencia de China sobre el crecimiento, las capacidades y las intenciones de sus militares inyecta inestabilidad a una región vital del globo”.

Estados Unidos, por el contrario, es bastante transparente sobre sus intenciones de operar libremente a lo largo y ancho de la “región vital del globo” que rodea China (y donde sea).

EEUU publicita su vasta capacidad para hacerlo: con un presupuesto militar en crecimiento que casi alcanza al del conjunto del resto del mundo, cientos de bases militares por todo el planeta, y un indiscutible liderazgo en la tecnología de destrucción y dominación.

La falta de entendimiento de las reglas de urbanidad internacionales por parte de China quedó reflejada en su objeción al plan de que el portaaviones nuclear USS George Washington participara en las maniobras militares de EEUU y Corea del Sur cerca de las costas chinas en julio, alegando que este tendría la capacidad de hacer diana en Pekín.

En cambio, Occidente entiende que dichas operaciones se llevaron a cabo para defender la estabilidad y su propia seguridad.

El término estabilidad tiene un significado técnico en el discurso de las relaciones internacionales: la dominación por parte de EEUU. Así, ninguna ceja se arquea cuando James Chace, ex editor de Foreign Affairs, explicaba que, a fin de conseguir “estabilidad” en Chile en 1973, fue necesario “desestabilizar” el país, derrocando al Gobierno electo del presidente Salvador Allende e instaurando la dictadura del general Augusto Pinochet, que procedió a asesinar y torturar sin miramientos, y estableció una red de terror que ayudó a instalar regímenes similares en otros lugares, con el apoyo de EEUU, por el interés de la estabilidad y la seguridad.

Es fácil reconocer que la seguridad estadounidense requiere un control absoluto. El historiador John Lewis Gaddis, de la Universidad de Yale, dio a esta premisa una impronta académica en Surprise, Security and the American Experience, donde investiga las raíces de la doctrina de la guerra preventiva del presidente George W. Bush. El principio operativo es que la expansión es “el camino a la seguridad”, una doctrina que Gaddis rastrea con admiración dos siglos hacia atrás, hasta el presidente John Quincy
Adams, autor intelectual del Destino manifiesto.

En relación con la advertencia de Bush de que los americanos “deben estar listos para acciones preventivas cuando sea necesario luchar por nuestra libertad y defender nuestras vidas”, Gaddis observa que el entonces presidente “se estaba haciendo eco de una vieja tradición, en vez de establecer una nueva” al reiterar principios que varios presidentes ya habían defendido y que desde Adams a Woodrow Wilson “habrían entendido muy bien”.

Lo mismo ocurre con los sucesores de Wilson hasta el presente. La doctrina de Bill Clinton era que EEUU estaba autorizado a utilizar la fuerza militar para asegurar “el acceso desinhibido a mercados clave, suministros energéticos y recursos estratégicos”, sin siquiera la necesidad de inventar pretextos del tipo de los de Bush hijo.

Según el secretario de Defensa de Clinton, William Cohen, EEUU debe consecuentemente mantener una enorme avanzadilla de fuerzas militares “desplegadas” en Europa y Asia “con el fin de moldear la opinión de la gente sobre nosotros”, y “para forjar acontecimientos que afectarán nuestra subsistencia y nuestra seguridad”. Esta receta para la guerra permanente –observa el historiador militar Andrew Bacevich– es una nueva doctrina estratégica, que fue amplificada más tarde por Bush Jr. y por Barack Obama.

Como todo capo de la Mafia sabe, incluso la pérdida de control más sutil puede desembocar en el desmoronamiento del sistema de dominación cuando otros son animados a seguir un camino similar.

Este principio central de poder es formulado como la teoría dominó en el lenguaje de los estrategas políticos. Se traduce en la práctica en el reconocimiento de que el “virus” del exitoso desarrollo independiente puede “contagiarse” en cualquier otro lugar y, de esta manera, debe ser destruido mientras las víctimas potenciales de la plaga son inoculadas, normalmente a manos de brutales dictaduras.

Según el estudio del Pentágono, el presupuesto militar de China se expandió a unos 150.000 millones de dólares, cerca de “la quinta parte de lo que el Pentágono se ha gastado para operar y llevar a cabo las guerras de Irak y Afganistán” en ese año, lo cual es sólo un fragmento del total del presupuesto militar estadounidenes, por supuesto.

Las preocupaciones de Estados Unidos son comprensibles si uno toma en cuenta la virtual e indiscutida suposición de que EEUU debe mantener un “poder incustionable” sobre la mayoría del resto de países, con “una supremacía militar y económica”, mientras asegura la “limitación de cualquier ejercicio de soberanía” por parte de los estados que pueda interferir con sus designios globales.

Estos fueron los principios establecidos por los planificadores de alto nivel y expertos de política exterior durante la Segunda Guerra Mundial, cuando desarrollaron el marco para el mundo de la posguerra, el cual fue ampliamente ejecutado.

EEUU debía mantener esta dominación en una “Gran Área”, que debía incluir, como mínimo, el hemisferio occidental, el lejano Oriente y el antiguo Imperio Británico, incluyendo cruciales recursos energéticos de Oriente Próximo.

Mientras Rusia comenzaba a pulverizar a los ejércitos nazis tras Stalingrado, las metas de la “Gran Area” se extendieron lo máximo posible por Eurasia. Siempre se ha entendido que Europa pudiera escoger seguir una causa alternativa, quizás la visión gaullista de una Europa desde el Atlántico hasta los Urales. La Organización del Tratado del Atlántico Norte nació en parte para contrarrestar esta amenaza y este asunto permanece muy vivo hoy en día en momentos en que la OTAN se expande hacia una fuerza de intervención de Estados Unidos, responsable del control de “infraestructuras cruciales” del sistema global del que depende
Occidente.

Desde que se convirtiera en la potencia mundial dominante durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha buscado mantener un sistema global de control. Pero ese proyecto no es fácil de mantener. El sistema se erosiona visiblemente, con implicaciones significativas para el futuro. China es un jugador potencial muy influyente y desafiante.

*Noam Chomsky, distribuido por The New York Times Syndicate.
*Ilustración: Patrick Thomas